The Punisher (El Castigador, en español) es un vigilante surgido del universo Marvel Comics. Fue creado en 1974 por el guionista Gerry Conway y los dibujantes John Romita Sr. y Ross Andru. Su primera aparición fue en el número 129 (en un ya lejano febrero de 1974) del cómic The Amazing Spider-Man, donde era un duro enemigo de Spider-Man.
Este antihéroe que responde al nombre de Frank Castle, es un veterano de guerra experto en estrategias militares y de espionaje, la lucha cuerpo a cuerpo, las armas blancas y las armas de fuego. Además, posee mucha fuerza y resistencia. Frank Castle se convierte en vigilante «justiciero» tras la muerte de su esposa e hijos, que se encontraban junto a Castle disfrutando de un día en familia en Central Park (Nueva York), cuando fueron testigos de una ejecución por parte de unos gánsteres, los cuales se vieron obligados a matar a la familia de Castle. Es entonces cuando este emprende una guerra personal contra todos los criminales de la ciudad. Y también cuando Frank Castle pasa a llamarse The Punisher.
La fuerza del personaje hizo que pasara a tener publicación propia. Y de ahí, a la televisión, los videojuegos y, por supuesto, el cine. En el séptimo arte, lo más destacado que se ha hecho sobre The Punisher es: The Punisher -Vengador- (The Punisher; Mark Goldblatt, 1989), El castigador -The Punisher- (The Punisher; Jonathan Hensleigh, 2004) y Punisher 2: zona de guerra (Punisher: War Zone; Lexi Alexander, 2008). Y es aquí, en estos tres largometrajes, donde vamos a detenernos un poco.
Judge. Jury. Executioner. All in a day’s work. (Juez. Jurado. Verdugo. Todo en una jornada laboral)
El primer largometraje con el antihéroe de protagonista es The Punisher -Vengador- (The Punisher; Mark Goldblatt, 1989). Del libreto de esta coproducción entre Australia y EEUU se encargó Boaz Yakin, guionista, director y productor sin ninguna obra maestra a sus espaldas, pero algún que otro éxito comercial como Hostel (Eli Roth, 2005) -como productor ejecutivo- o Ahora me ves… (Now You See Me; Louis Leterrier, 2013) -aquí como guionista-. Como director, Yakin nos ofreció hace seis años una simpática serie B de acción protagonizada por el hiperactivo y musculoso Jason Statham: Safe (2012).
Esta primera aventura del temido azote de delincuentes y mafiosos fue dirigida por Mark Goldblatt, el cual solo tiene en su haber como director esta que nos ocupa del vigilante y Estamos muertos… ¿o qué? (Dead Heat, 1988), una comedia de acción muy loca con elementos fantásticos, policías zombis y otras delicias de la serie B más tronada protagonizada por el carismático Treat Williams.
Sin embargo, como editor sí que tiene un buen puñado de largometrajes, muchos de ellos clásicos modernos de la acción más adrenalínica como Terminator (The Terminator; James Cameron, 1984), Rambo: acorralado. Parte II (Rambo: First Blood Part II; George P. Cosmatos, 1985), Comando (Commando; Mark L. Lester, 1985), Depredador 2 (Predator 2; Stephen Hopkins, 1990), Terminator 2: el juicio final (Terminator 2: Judgment Day; James Cameron, 1991), El último Boy Scout (The Last Boy Scout; Tony Scott, 1991), Mentiras arriesgadas (True Lies; James Cameron, 1994) o Starship Troopers: las brigadas del espacio (Starship Troopers; Paul Verhoeven, 1997).
El rol del vigilante vengador recayó en el fornido sueco Dolph Lundgren, artista marcial (experto en Karate Kyokushinkai) y actor que saltó a la fama por su encarnación del temible boxeador ruso Ivan Drago en Rocky IV (Sylvester Stallone, 1985). Más tarde, este hombretón protagonizaría a finales de los 80 y comienzos de los 90 algunas joyas de videoclub como Masters del universo (Masters of the Universe; Gary Goddard, 1987); la que nos ocupa del Punisher, por supuesto; Dark Angel: ángel de la muerte (Dark Angel: I Come in Peace; Craig R. Baxley, 1990); Little Tokyo: ataque frontal (Showdown in Little Tokyo; Mark L. Lester, 1991), junto a nada menos que el tristemente fallecido Brandon Lee, o Soldado universal (Universal Soldier; Roland Emmerich, 1992), donde era el antagonista de otro mítico de la acción moderna, el también actor y artista marcial Jean Claude Van Damme.
Acompañando a Lundgren se encontraban Louis Gossett Jr., popular actor secundario estadounidense visto en infinidad de películas de acción, pero sobre todo conocido por el drama romántico castrense Oficial y caballero (An Officer and a Gentleman; Taylor Hackford, 1982), por el cual llegó a ganar el Óscar a mejor actor secundario; Jeroen Krabbé, actor holandés que comenzó en su holanda natal con películas de un primerizo Paul Verhoeven; y Kim Miyori, actriz norteamericana de rasgos asiáticos cuya carrera ha tenido lugar, mayoritariamente, en la televisión.La historia desarrollada en este primer largometraje sobre el Punisher no es fiel a los cómics, de hecho, si no fuese por el título de la película, la misma podría pasar por un filme de justicieros y venganzas cualquiera. Algo queda del personaje del cómic (como por ejemplo, su enorme empeño en que los inocentes no sufran), pero ni siquiera tenemos la famosa calavera en el pecho del Punisher, marca de la casa y código reconocible imprescindible del personaje.
Más allá de su poca fidelidad al cómic, la película funciona tanto, como largometraje de acción, como vehículo de lucimiento para Dolph Lundgren. Las escenas de acción están rodadas con eficacia y muestran bastante violencia, otra característica de este oscuro personaje. Lundgren, como buen artista marcial que es, se desenvuelve bien con la acción, tanto si se trata del manejo de armas como si es en la lucha cuerpo a cuerpo, y además, aporta suficiente presencia y carisma.
Como fans de la acción podemos estar contentos, pero como seguidores del personaje, lamentamos que sus responsables no hayan seguido más al pie de la letra el cómic en el que se inspiran. A pesar de todo, es un buen ejemplo de lo que era el cine de acción de la época: solvente, directo, enérgico y visceral.
Si vis pacem, para bellum. (Si quieres la paz, prepara la guerra)
El castigador -The Punisher- (The Punisher; Jonathan Hensleigh, 2004) es la segunda aventura en formato largo que arribó sobre este verdugo de mafiosos y malhechores. La verdad es que llegó con muchos años de retraso con respecto a la anterior. La película, a pesar de ser hija del cine de acción del siglo XXI, parece haber sido producida, como mínimo, una década antes.
Fue escrita por dos expertos en el cine de acción: Michael France, que había coescrito a mediados de los 90 dos grandes películas del género: Máximo riesgo (Cliffhanger; Renny Harlin, 1993) -junto a Sylvester Stallone- y Goldeneye (Martin Campbell, 1995) -esta junto a Jeffrey Caine-; y Jonathan Hensleigh, guionista de, entre otras, Jungla de cristal III: la venganza (Die Hard with a Vengeance; John McTiernan, 1995) y Armageddon (Michael Bay, 1998) -aquí junto al ahora muy famoso J.J. Abrams-. El propio Hensleigh fue quien se encargó también de dirigir la película, siendo su debut como director.
En esta ocasión el papel de Frank Castle/Punisher fue a parar a Thomas Jane, actor muy ligado al cine de acción y visto en propuestas de lo más amenas como Cara a cara (Face / Off; John Woo, 1997) o Deep Blue Sea (Renny Harlin, 1999), y donde lo ofreció todo como actor en la impresionante La niebla (The Mist; Frank Darabont, 2007). Curiosamente, Jane protagonizó años después Dirty Laundry (Phil Joanou, 2012), un cortometraje de corte independiente basado en el antihéroe de Marvel Comics, y que algunos colocan incluso por encima de la película protagonizada por el propio Jane. Sea mejor o peor que el largo (las comparaciones siempre son odiosas), lo cierto es que su calidad está fuera de toda duda y merece, como mínimo, un visionado.
Como compañero de reparto (y malvado antagonista), Thomas Jane tuvo al célebre John Travolta, el cual alcanzó su momento de gloria a finales de los 70 y a lo largo de la década de los 80 para, después de llegar al olvido, resucitar gracias a Quentin Tarantino, que lo llamó para protagonizar la mítica Pulp Fiction (1994). Junto a ellos, Rebecca Romijn-Stamos, la peligrosa y letal Mística de la saga original de los X-Men; Laura Elena Harring, conocida por coprotagonizar Mulholland Drive (David Lynch, 2001); Will Patton, solvente actor visto en multitud de thrillers y cintas de acción como No hay salida (No Way Out; Roger Donaldson, 1987), 60 segundos (Gone in 60 Seconds; Dominic Sena, 2000) o Los amos de Brooklyn (Brooklyn’s Finest; Antoine Fuqua, 2009); y como secundario de lujo (y encarnando al papá del Punisher), Roy Scheider, famoso actor de gran talento visto en numerosas y formidables películas como The French Connection, contra el imperio de la droga (The French Connection; William Friedkin, 1971), Tiburón (Jaws; Steven Spielberg, 1975), Marathon Man (John Schlesinger, 1976) o Carga maldita (Sorcerer; William Friedkin, 1977).Siendo más fiel al cómic que la versión de finales de los 80, continúa tomándose sus licencias y pasando por alto un poco el cómic. Si en aquella, la familia de Castle perecía en una explosión dentro de un vehículo, (recordemos que en el cómic, Castle y sus seres queridos se encontraban en Central Park, y al ser testigos de una ejecución por parte de unos gánsteres, estos mataron a la familia de Castle y dejaron a este medio muerto), en esta nueva versión es en medio de una comida familiar en la playa.
La película se enreda un poco con su trama, con multitud de personajes aquí y allá, más subtramas de las necesarias y algo de jaleo narrativo. Sin embargo, cuando entra en materia, es decir, cuando la acción se adueña de la función, la película sube muchos enteros.
Las escenas de acción están rodadas de forma clásica y cumplen a la perfección su cometido. En todo momento vemos con claridad lo que está teniendo lugar en la pantalla (sean tiroteos, explosiones, persecuciones o combates cuerpo a cuerpo). Se agradece muchísimo que la acción pertenezca a la vieja escuela y se aproxime más a tiempos pasados, con especialistas jugándose la vida, que presentes, donde el CGI (imágenes generadas íntegramente por ordenador) domina con insolencia. Así pues, buenas dosis de acción y violencia old school para esta nueva versión del vengativo antihéroe, que al fin y al cabo es lo que se espera de una película protagonizada por The Punisher. A modo de curiosidad y, sobre todo para completistas, añadir que puede encontrarse una versión extendida que añade otra subtrama (policía corrupto que perjudica seriamente a Castle) a las ya existentes (son unos 17 minutos más de película).
Vengeance has a name. (La venganza tiene un nombre)
El tercero y hasta el momento último largometraje sobre Frank Castle/Punisher fue escrito por Nick Santora, cuya carrera ha transcurrido toda ella (obviamente, a excepción de este Punisher: War Zone) en televisión, y el dúo de guionistas formado por Art Marcum y Matt Holloway, responsables de Iron Man (Jon Favreau, 2008) y Transformers: el último caballero (Transformers: The Last Knight; Michael Bay, 2017).
De la dirección se encargó Lexi Alexander, una cineasta sin mucho recorrido hasta entonces pero que venía de dirigir la violenta Hooligans (Green Street Hooligans; 2005), un drama ambientado en el mundo de las aficiones más radicales del fútbol inglés, protagonizado por unos muy jóvenes Elijah Wood y Charlie Hunnam. Por desgracia, Alexander no se ha prodigado mucho en el cine, habiendo trabajado en los últimos años en series de televisión como Arrow (2012), Supergirl (2015) o Taken (2017).
Para encarnar al antihéroe más famoso de Marvel se contó con Ray Stevenson, un actor británico de cine y televisión que le debe su fama a la serie Roma (Rome; 2005-2007), creada por John Milius, William Macdonald y Bruno Heller, y donde interpretó a Tito Pullo. Este grandullón (nada menos que 1,93 de estatura) apenas ha abandonado el género de la acción a lo largo de su carrera, habiendo sido visto en productos tan potentes como El libro de Eli (The Book of Eli; Albert Hughes & Allen Hughes, 2010), G.I. Joe: la venganza (G.I. Joe: Retaliation; Jon Chu, 2013) o Transporter Legacy (The Transporter Refueled; Camille Delamarre, 2015). A su lado, rostros conocidos como Dominic West, famoso sobre todo por protagonizar la serie creada por David Simon The Wire -Bajo escucha- (The Wire; 2002), y visto en productos de acción muy violentos como 300 (Zack Snyder, 2006) o Centurión (Centurion; Neil Marshall, 2010); Julie Benz, actriz que lo mismo vale para un roto que para un descosido y que, el mismo año que trabajó en esta muy violenta Punisher: War Zone, también lo hizo en las igualmente salvajes Saw V (David Hackl, 2008) y John Rambo (Sylvester Stallone, 2008); o Colin Salmon, visto también en productos adrenalínicos y muy violentos como Resident Evil (Paul W.S. Anderson; 2002), AVP: Alien vs. Predator (Paul W.S. Anderson; 2004) o la reciente Objetivo: Londres (London Has Fallen; Babak Najafi, 2016).
Como se puede apreciar observando la dirección y el reparto, los responsables de esta última película de The Punisher tenían muy claro qué tipo de material tenían entre manos, y decidieron apostar fuerte y fichar profesionales con bagaje en el cine más intenso y violento.Y es que si hay algo que caracteriza a esta última entrega de The Punisher, eso es su violencia extrema. Las dos adaptaciones anteriores habían alcanzado un alto nivel de violencia, pero esta las supera con creces en ese apartado, llegando en numerosas ocasiones al sadismo. Y bien, porque eso es exactamente lo que se espera de una película sobre The Punisher: mucha acción y violencia extrema.
Punisher: War Zone no sé si es mejor o peor película que las anteriores, pero sí está claro que es la más fiel a las páginas del cómic. En su narrativa interna es tan caótica como las dos anteriores adaptaciones (puede que incluso más), pero debido a su estética de cómic, su fidelidad al mismo, sus extravagancias y sus muy violentas escenas de acción, la película avanza hacia delante como un tren justo antes de descarrilar. También Ray Stevenson es mejor actor que Dolph Lundgren y Thomas Jane, y físicamente encaja como un guante en el personaje (¡es calcado al Punisher de los cómics!).
Al igual que la versión de 2004, en esta también hay exceso de personajes secundarios que aportan poco o nada a la trama principal, pero, también como sucedía en aquella, cuando Frank Castle se coloca su chaleco antibalas negro con la calavera blanca y coge las armas, su algo anárquica narración y su superávit de personajes, se olvidan en favor de un cruento y exorbitante espectáculo de acción corpulenta y violencia extrema.
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